El mundo del trabajo está cambiando rápidamente. Las estimaciones sugieren que ya en 2025, los empleadores dividirán el trabajo en partes iguales entre seres humanos y máquinas, lo que alterará 85 millones de puestos de trabajo en todo el mundo. Un movimiento hacia la automatización y la subcontratación contrasta directamente con el diálogo político, que ha planteado el empleo como el antídoto contra la pobreza. La mayoría de la gente asume que un empleo con buenas condiciones laborales es bueno para la salud: ofrece conexión, comunidad y propósito.
El Objetivo de Desarrollo Sostenible 8 exige lograr empleo pleno y productivo y trabajo decente para todos de aquí a 2030. Pero este objetivo puede estar en peligro. En el libro Un mundo sin trabajo, Daniel Susskind sostiene que, a pesar de que las preocupaciones históricas sobre el desempleo tecnológico están
equivocadas, los responsables de las políticas deberían tomar mucho más en serio la perspectiva de un mundo con mucho menos trabajo. ¿Cuáles serían las consecuencias de un mundo así para la salud?
Para aportar a la discusión sobre los distintos aspectos del cambio climático, los inivtamos a leer el editorial que la revista The Lancet, de reconocimiento mundial, escribió en su publicación del 15 de julio pasado.
Compartimos la versión tanto en su inglés original, como traducida al español.