Sabrá el lector que no es lo mismo 50 km que 5 km cuando necesitamos llegar rápido a destino; no es lo mismo 3 horas que 3 días cuando pensamos en el tiempo que aún nos queda por descansar y disfrutar las vacaciones, y la percepción del tiempo no es la misma cuando se tiene 15, 40 o 70 años. Cuando éramos chicos queríamos que el tiempo se acelerara, cuando somos adultos nos asombra cómo vuela el tiempo.
Cada etapa, cada lugar, cada momento particular tiene características únicas e interactúan con nosotros de acuerdo a nuestras necesidades del momento. Por este motivo, es posible que Ud. y yo no percibamos el entorno de la misma manera.
m/s ≠ m/s2, no es lo mismo. Entre la fórmula de la velocidad, m/s, y la fórmula de aceleración, m/s2, la diferencia es un pequeño “2” potenciando a la “s”, pero lo que ese “2” produce es tremendamente diferente.
En muchos aspectos de nuestra vida las pequeñas diferencias, a veces imperceptibles, conllevan a resultados totalmente distintos.
Observemos nuestra vida. La vivimos un día a la vez, y así será hasta que dejemos este mundo. Por consiguiente, estamos viviendo a una velocidad constante, aunque a veces la percibimos como una variable que guarda valores peculiarmente aleatorios.
Por otro lado, ¿piensa Ud. que los cambios también tienen una velocidad constante? Si los miramos con detenimiento a lo largo de la historia veremos que éstos se van produciendo por la interacción de distintas personas, de distintos países, de distintas disciplinas, por diversas necesidades y a su vez estos cambios producen otros cambios, aún en otras áreas. Esto lleva a los cambios a estar en un estado de aceleración. Pensemos por ejemplo en la informática. Los cambios están en permanente aceleración. Bueno, en este caso “permanente”…¡sería una constante!
Posiblemente, a esta altura de la lectura, ya esté pensando que la discrepancia entre nuestra vida de velocidad constante y la aceleración de los cambios nos coloca en un escenario de tres a cero, en contra. Lamentablemente comparto el sentimiento.
La imposibilidad de asimilar tantos cambios nos deja vulnerables por la incomprensión de lo que va a venir y cuándo será. Cuando observamos lo lento que nos movemos como sociedad, y más aún cuando algunas decisiones políticas nos hacen retroceder, cada vez nos alejamos más de la nueva realidad. Y aunque busquemos refugio en nuestras quejas cotidianas, aunque éstas sean nobles, no podemos impedir el avance acelerado de los cambios, por el contrario, estamos contribuyendo a aumentar la brecha.
Creo que no hace falta mencionar los avances de la inteligencia artificial o de los cambios que está produciendo la globalización.
¿Qué es lo que vemos? La velocidad con la que se producen los cambios puede paralizarnos, especialmente a empresas, instituciones y hasta a los países.
Cuando estamos desactualizados dejamos de ser competitivos. Y ahí es cuando, quizás sin darnos cuenta, estamos decidiendo comenzar a ser obsoletos.
Es por eso que no debe sorprendernos que, producto de la globalización, a la brevedad en las búsquedas laborales se dé por implícito el dominar el idioma inglés.
No podemos permitirnos acortar nuestra visión y nuestra acción. Es imprescindible poder mirar hacia adelante y no pensar que en nuestra posición y/o situación no podemos hacer nada, o que alguien más debería hacerlo.
¿Le sucede que a cada paso encuentra algo que podría estar mejor, que se podría hacer de una forma distinta, o inclusive que esa situación debería estar prohibida? ¿Lo ve en su trabajo? ¿Lo ve en su barrio? ¿Lo ve circulando en su vehículo?
Evolucionar implica empezar.
Muchas veces los cambios producen miedo, o una sensación de vértigo, pero no podemos dejar que esto nos detenga. Debemos elegir empezar. Seguramente tendremos que aprender cosas nuevas, utilizar nuevas herramientas y hasta reinventarnos como profesionales. Será un esfuerzo, pero será mejor que el dolor y las consecuencias que produce el estancamiento.
Algunas profesiones ya comenzaron a evolucionar y la nuestra no está exenta.
El mercado se mueve al ritmo de los cambios, y éste demanda profesionales más flexibles, con habilidades cada vez más específicas, capaces de enfrentar los retos y nuevos paradigmas del presente y del futuro.
Si somos buenos observadores, veremos que cada día se nos presenta una nueva oportunidad.
Aunque no existe una receta perfecta o fácil para poder reinventarnos, sin embargo, observé algunas cosas, que siempre funcionan:
– Resiliencia. Volver a levantarse, volver a empezar. Sí, ¡otra vez!
– Tratar de ir dejando la procrastinación, hoy cada vez más de moda. Si es su caso, no permita que le impida vivir la verdadera felicidad del trabajo realizado o bien hecho.
– Unirse a un grupo de trabajo con los mismos intereses, también a la distancia.
– Compartir con los demás los avances, los descubrimientos, las frustraciones, los logros. Aunque sea algo pequeño, puede ser un disparador para otros.
– Buscar nuevos desafíos, aún fuera de nuestra zona de confort.
– Explorar nuevas oportunidades laborales, tal vez la comodidad no dure para siempre.
– Leer bibliografía extranjera puede mover los límites que creíamos inamovibles en nuestro país. Los avances en el ámbito de la higiene en otros países puede ser inspirador. Conocer que algunas cosas las estamos haciendo bien también tiene su recompensa.
– Seguramente Ud. podrá agregar muchas otras acciones, ¿las compartiría conmigo?
¿Está listo para actualizarse e incorporar nuevas habilidades? ¿Está listo para transformar su realidad, su futuro, el futuro de todos?
La evolución de la Higiene Ocupacional y Ambiental sólo podemos construirla juntos.
Hoy la Asociación de Higienistas Ocupacionales y Ambientales de la República Argentina (AHRA) está orgullosa de contar con profesionales de todo el país que se suman para aprender, profesionalizarse, aportar sus experiencias e intercambiar labores profesionales. Asimismo, compartir lo más importante: la amistad y el compañerismo.
Este año 2022 será muy especial para la AHRA y sus asociados ya que esperamos concretar varias metas por las cuales hemos venido trabajando muy duro en los últimos años. Esperamos poder contar con su presencia.
Editorial escrita por Martín Mendez, Presidente de AHRA